Como en toda crisis económica, la ola de ejecuciones hipotecarias traerá oportunistas voraces, entre ellos los inversores. Gente que en el boom inmobiliario español no quisieron comprar viviendas, ahora saldrán a hacer su agosto.
Tú mismo puedes llegar a ser uno de ellos. ¿Cómo hacer para comprar una de estas casas, embargadas, a bajo precio y hacerla habitable?
La respuesta nos la da Jennifer Kuzara, de 32 años, gestora de subvenciones para una ONG en Atlanta (EEUU).
Era en 2006, cuando había más de un millón de préstamos estudiantiles en Estados Unidos y el mercado inmobiliario estaba en su punto más caliente, cuando la Sra. Kuzara creía que nunca sería capaz de comprarse una casa. “Recuerdo que pensé que podría haber sido el final de mi sueño americano”, dijo ella.
Dos años más tarde, después de haber terminado su doctorado en antropología en la Universidad de Emory y estar trabajando a tiempo completo en la ONG , el mercado inmobiliario empezó a girar. No mucho tiempo después, un amigo suyo estaba considerando la idea de comprar una vivienda hipotecada como inversión de propiedad y alentó a la sra. Kuzara a ver las listas de viviendas.
A través de otra amiga, la sra. Kuzara conoce a Lisa Iakovides y a su socio, Michael Redwine, agentes de bienes en una empresa llamada Atlanta Intown. Ellos establecieron algunos parámetros en relación al precio, como que no hubieran fugas, o el moho, o ver si el techo estaba recto.
Luego fueron a ver viviendas. La que le gustó a Jennifer fue una al este de Atlanta, a pesar de que un día se asustó al escuchar disparos en el camino de regreso de visitar una casa por allí. Ella y Lisa Iakovides ni siquiera habían empezado a caminar para ir a visitar otra casa en otro barrio, cuando un vecino de color salió a la puerta de su casa gritando y maldiciendo a los blancos.
Otros hogares contaban historias de una manera más sutil. “Habían inmigrantes ilegales por todas partes”, dijo Kuzara. “Algunos no se trasladaban solos. Iban allí a vivir sus familias y hasta los muebles se llevaban de una casa a otra. Pero hubo una que nunca me hubiera imaginado. Abrí un armario y vi una pila de sacos de dormir y mantas. Y en la repisa superior había un cuchillo, un tenedor y una cuchara”.
La casa que finalmente adquirió había sido partida por la mitad y convertida en apartamentos.
Donde vive tiene 1.100 m2 de parcela, y se encuentra en la zona de Edgewood. Es un lugar tranquilo, en el que se puede pasear sin prisas. Dentro de esa parcela, Jennifer tiene un centro de rehabilitación para toxicómanos, además de una hermosa casa con alarma antirrobo.
Lisa Iakovides consiguió la casa por 39.000 dólares, unos 28.000 euros, a través del banco, a principios de agosto del año 2009, y fijó una fecha de compra. Jennifer pasaba por la casa cada día, planificando las reformas.
Pero un día se encontró con la puerta abierta y llamó a su agencia inmobiliaria en estado de pánico, preocupada por que hubieran vándalos o inmigrantes ilegales que ya hubieran “okupado”. Sin pedir permiso al banco, pusieron un candado en la puerta.
El próximo paso de la sra. Kuzara era juntar el dinero para pagar la casa y conseguir 60.000 dólares más para reformas.
Pero Jennifer no tenía más dinero en efectivo. Sus padres, Mark y Jenny, tenían algunos ahorros, pero no lo suficiente. Ya que a Jennifer no le daban ningún préstamo, sus padres lo hicieron por ella. Pidieron un préstamo de 75.000 dólares, con eso ya podía pagar la casa y reformarla.
Ahora la sra. Kuzara tiene una acogedora casa de tres dormitorios, dos baños, garaje y un patio trastero donde tiene a sus dos perros. La decoración es minimalista, y ha conseguido reunir una buena colección de utensilios de cocina de época.
Paga 828 dólares al mes, unos 590 euros, con una hipoteca de tasa fija a 30 años, incluyendo impuestos y seguro de la vivienda. Además, tiene un compañero de piso al que le tiene alquilada una habitación, lo cual le reporta a final de mes 500 dólares.
Incluyendo las semanas en las que incluso pintaba el interior de su casa, Jennifer Kuzara ha pasado unas 1.000 horas en su proyecto de ejecución hipotecaria (estudiando detenidamente los anuncios, los barrios en los que estaban situadas las casas, visitándolas y reformando la suya propia).
Así que todo aquel que quiera hacer lo que hizo Jennifer, tiene que estar dispuesto a invertir ese tiempo. Es posible que necesite sus propios ahorros, o los ahorros de sus padres. Y sobretodo se necesita un equipo de personas que conozcan las reglas de este juego llamado ejecución hipotecaria.
Las posibilidades de éxito son muchas. Pero para los que tienen la paciencia de llevarlo a cabo.
“Resultó ser una casa muy dulce”, dijo Mark Kuzara, padre de Jennifer. “Y creo que cuando venda la casa, si la vende, le va a salir una buena jugada”.
Esto es lo que también va a pasar en España. Los que antes no podían ni pensar en comprar una casa, ahora tienen la oportunidad.
Puedes ver las viviendas que se estan vendiendo ahora mismo en España en www.altamiraSantander.com.
Fuente: The New York Times
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Fuente: The New York Times